Introducción
Los nutrientes sostienen tres cualidades básicas del organismo:
- El desarrollo y mantenimiento de una estructura compleja y diferenciada.
- La obtención de energía química y calórica.
- La adaptación, o capacidad de regulación, de las funciones metabólicas a los cambios tanto del medio interno como externo.
Este planteamiento sirve de criterio fundamental para clasificar a los nutrientes en tres categorías: estructurales, energéticos y reguladores.
Recordar el origen y la naturaleza bioquímica de los seis grandes grupos de nutrientes (agua, hidratos de carbono, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales) implica entender al acontecimiento biológico de la fotosíntesis: paso de lo inorgánico a lo orgánico llevado a cabo por los organismos autótrofos vegetales y que supone la aparición en escena de los nutrientes. Éstos constituirán el punto de partida de un ciclo continuo de aprovechamiento e intercambio de materia entre los seres vivos y el medio ambiente, conocido como cadena trófica, en cuyos estadíos intermedios de sitúa el Hombre.
Desde un punto de vista fisiológico, estructura equivale a masa en forma de tejidos constituidos por células especializadas, energía a la generación de calor y del sustrato impulsor de las reacciones metabólicas (ATP), y regulación a la modulación de dichas reacciones, que permite la adaptación funcional de las estructuras (tejidos) a los continuos cambios fisicoquímicos que afectan al medio, tanto interno como externo.
El carácter estructural del agua, las proteínas, las grasas y los mimerales se hace patente al suponer respectivamente en torno al 60, al 20 al 10 y al 5% de la masa total de un individuo adulto. Los hidratos de carbono, las grasas y, secundariamente, las proteínas son, asimismo, nutrientes energéticos pues se oxidan generando ATP y calor. Por su parte, el papel regulador de las proteínas radica en la naturaleza proteica de los enzimas que hacen viables, catalizando, el 100% de las reacciones metabólicas en combinación con cofactores de naturaleza mineral, vitamínica y también proteica con los que comparten cualidad reguladora.
La utilización de los nutrientes supone la producción de calor y de desechos metabólicos, lo que afecta directamente a la temperatura, a la concentración y a la acidez del medio interno, el cual, en principio, podría ver alteradas sus condiciones fisicoquímicas, sensibles asimismo a factores externos como los cambios climáticos, la actividad física y la alimentación entre otros. Para sostener dichas condiciones dentro de rangos fisiológicos, el organismo despliega precisos mecanismos homeostáticos que garantizan el mantenimiento de la temperatura, la concentración y la acidez dentro de estrechos márgenes compatibles con la vida.
El organismo aísla los nutrientes a partir de los alimentos mediante la digestión, y los incorpora a su medio interno asimilándolos. Los residuos metabólicos generados por la transformación de los nutrientes son eliminados y excretados. Tales procesos serán descritos de forma resumida en el siguiente módulo didáctico.
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