Módulo 2.1. Aspectos fisicoquímicos, nutricionales y fisiológicos del agua.

6. Necesidades y recomendaciones de agua. Balance hídrico

El ser humano muestra una gran dependencia hacia su componente primordial, no siendo capaz de sobrevivir a su total privación por periodos superiores a  5 ó 10 días según las condiciones. Las necesidades de agua varían según factores como la alimentación, la actividad física, la temperatura ambiental, la presencia de enfermedades y el estrés, entre otros. Para asegurarlas el organismo dispone de sistemas de regulación que ajustan las entradas y salidas de líquido (balance hídrico) con el fin de mantener el volumen y la concentración del medio interno (líquidos intracelular, intersticial y  plasma) dentro de márgenes fisiológicos. Así, la  ingestión y la eliminación de agua y solutos (principalmente por vía urinaria) varían una en función de la otra, de modo que las entradas tienden a compensar a las pérdidas y viceversa.

La capacidad de retener agua por el organismo es limitada pues se ve obligado a  producir un cierto volumen de orina para desprenderse de la carga osmolar generada por el catabolismo proteico (urea y otros compuestos nitrogenados) y por el sodio y otros solutos procedentes de la dieta.  La pérdida de agua por esta vía es  directamente proporcional a la mencionada carga de solutos. A este volumen de orina, considerada esencial, se le han de sumar las pérdidas insensibles de agua a través de la respiración y de la sudoración que, agrupadas, oscilan en torno a 800 ml/día (cifra que varía ostensiblemente en función de la actividad física, la presencia o no de fiebre y la temperatura ambiental). Por otra parte, hay que considerar las pérdidas digestivas en forma del agua contenida en las secreciones gastrointestinales y biliopancreáticas que, unidas al agua excretada a la luz intestinal, suponen alrededor de 200 ml/día expulsados con las heces (cifra media estimada en ausencia de diarrea o estreñimiento).

Las necesidades mínimas de agua se definen como la menor cantidad ingerida que sumada al agua generada por la oxidación de los principios inmediatos, compensa el volumen de orina esencial sumado al de las pérdidas insensibles y digestivas en unas condiciones ambientales y fisiológicas determinadas. Dicho de otro modo, es el aporte mínimo de agua que permite al organismo mantener nivelado su balance hídrico sin tener que movilizar agua de su estructura fundamental.

No obstante, es muy difícil ajustar la ingesta de agua a las necesidades mínimas sin caer en un balance hídrico negativo. En esta frágil frontera se produce un máximo esfuerzo renal al no existir ningún excedente de agua con el que poder diluir la orina por encima de su máxima concentración. Por otro lado, se produce una progresiva redistribución del agua corporal que tiende a transferirse al plasma con el fin de mantener en todo momento su volumen y concentración. Esta situación deriva a medio plazo en estados larvados de deshidratación, así como en alteraciones urológicas y renales.

Por todo lo expuesto, el consumo recomendado de agua debe rebasar las necesidades mínimas de tal modo que garantice un balance hídrico nivelado compatible con el mantenimiento de unos volúmenes óptimos en los tres compartimentos internos, así como con  una función renal no forzada, es decir, alejada de los extremos de máxima y mínima concentración urinaria. Véase el apartado 7.3.

Con este fundamento teórico, se han estipulado estándares de consumo basados en el estudio experimental del balance hídrico en grupos de individuos pertenecientes a  diferentes grupos de edad y sexo, para lo cual se han empleado diversos modelos fisiológicos y ambientales. Así se han determinado recomendaciones de ingesta de agua orientativas relacionadas con la masa corporal (30-35 ml por kilo de peso y día) y con la energía consumida (1 ml por cada kcal ingerida). Véase el capítulo 1, el apartado 8.2.3.

T.2.3. Ejemplo balance hídrico

  • Algo a tener en cuenta. Pérdidas de agua a través de la piel por transpiración.  

La transpiración, también denominada sudoración o perspiración, es el principal mecanismo de eliminación del agua a través de la piel. El agua es expulsada en forma de una solución salina hipotónica denominada sudor que es segregada por dos tipos de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las primeras están distribuidas por toda la superficie corpororal, siendo especialmente abundantes en zonas como la frente y las palmas de las manos. Las glándulas apocrinas son mucho más escasas y su presencia se limita a determinadas superficies como las axilas, la región púbica y la perianal. Las glándulas ecrinas producen la mayor parte del sudor generado por la transpiración activándose a partir de incrementos moderados de la temperatura ya sean debidos al calor ambiental, a la actividad física o a estados febriles; también responden de forma difusa a estímulos colinérgicos y adrenérgicos como los derivados del estrés nervioso y de las emociones.  Por su parte, las glándulas apocrinas se activan en rangos de temperaturamás elevados que las ecrinas,  siendo especialmente sensibles a la estimulación hormonal y neurológica (miedo, estrés, dolor, etc.) producen un sudor más denso y menos translúcido que las ecrinas. En este sentido, el comúnmente conocido como sudor frío, mayoritariamente apocrino, es el producido como respuesta a estímulos hormonales y nerviosos con independencia de la temperatura ambiental,  este tipo de sudor se caracteriza por ser más pegajoso que el sudor normal y por presentar una distribución más localizada.

Una vez en la piel,  el sudor se evapora liberando calor a la capa de aire (más fría) que entra en contacto con la superficie corporal hasta que ambas igualan su temperatura; el desplazamiento del aire generado por el movimiento de la persona o por la brisa renueva constantemente la capa de aire que interacciona con la pátina de sudor, lo que prolonga la transferencia de calor.

Pérdida transepidérmica de agua.   Es un mecanismo minoritario de pérdidade agua que no debe confundirse con la sudoración ya que en este caso elagua se pierde en estado puro (sin solutos) no siendo segregada por ninguna glándula. Las pérdidas transdérmicas ocurren cuando el estrato córneo de la dermis presenta suficiente hidratación como para transferir agua vaporizada a la capa de aire en contacto con la piel, siempre y cuando la humedad relativa del aire sea menor que la de la dermis.  Este proceso apenas se verifica cuando la piel está seca o cuando la humedad relativa del aire es elevada.

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