8.4.1. Deshidratación y ejercicio físico
El ejercicio produce deshidratación cuando las aceleradas pérdidas de agua y solutos no son compensadas convenientemente, iniciándose un balance acuoso negativo con la consiguiente disminución de la masa corporal. Esto genera un desequilibrio hidroelectrolítico que obliga a la redistribución del agua entre los diferentes compartimentos internos a fin de sostener el volumen plasmático. En la medida en que éste disminuye, también lo hace el volumen intersticial y, en fases más avanzadas, el intracelular. Véase la figura 2.27.
Esta fuga de agua propicia una mayor concentración de residuos catabólicos resultantes de la hiperactividad contráctil como ácido láctico, hidrogeniones, creatinina, ácido fosfórico (Pi) y amoniaco entre otros, lo que unido al aumento local de la temperatura, aboca a una caída del rendimiento muscular. Tal situación ha de ser combatida prontamente mediante la reposición de agua y electrolitos, no solo durante la práctica del ejercicio, sino también a lo largo del periodo de recuperación. Como ya se ha comentado, la deshidratación comienza a manifestarse con la aparición de fatiga y si progresa puede ocasionar espasmos musculares, convulsiones, mareo y pérdida de consciencia.
Cuando el ejercicio se prolonga y las pérdidas de sodio comienzan a ser significativas, se activan mecanismos de compensación basados en un aumento de la secreción de aldosterona. Como ya se describió en el apartado 8.1, la aldosterona no solo actúa al nivel renal, sino también al nivel de las glándulas sudoríparas incrementando la reabsorción de agua, sodio y cloro desde el sudor antes de que llegue a la piel (igual que en el riñón, la aldosterona actúa sobre una bomba Na+/K+ ATPasa-dependiente que opera en la membrana basolateral tubular de las glándulas sudoríparas). Como consecuencia, se produce un sudor más pobre en sodio pero con una mayor carga de potasio. Cuando el grado de deshidratación compromete el mantenimiento de un mínimo volumen plasmático, se produce una caída en la producción de sudor que puede dificultar la eliminación de calor por transpiración lo que, unido al menor volumen circulatorio y a la consiguiente merma en la refrigeración capilar, predispone al individuo a padecer una situación conocida como estrés por calor.
- Algo a tener en cuenta. La aclimatación:
En personas que viven en climas cálidos, especialmente en deportistas que entrenan en condiciones de calor, se produce un proceso de aclimatación que les permite resistir mejor las altas temperaturas gracias, en gran parte, a una mayor estimulación de su sistema renina-angiotensina-aldosterona. La incidencia sostenida de la aldosterona sobre las glándulas sudoríparas acaba produciendo su hipertrofia, lo que da lugar a una mayor capacidad de sudoración (hasta 30% más elevada) unida a una notable reducción de la concentración de sodio en el sudor, que pasa de unos 50 mOsm/dl a 10-15 mOsm/dl, y un aumento de la concentración de potasio, que puede llegar a hasta 40-50 mOsm/l. Esta mejora en la conservación de sodio permite un aumento del volumen plasmático (de un 10-12%) lo que refuerza la circulación periférica y con ella el aporte de oxígeno y nutrientes al músculo. Asimismo, el sudor aflora con más anticipación respondiendo a incrementos menores de la temperatura corporal, lo que permite una refrigeración más precoz. Por otro lado, aumenta la expresión de ciertas proteínas implicadas la adaptación fisiológica al calor.
La aclimatación suele completarse en un periodo comprendido entre los 8 y los 14 días, pudiendo acelerarse mediante técnicas de entrenamiento progresivo a altas temperaturas. Una vez conseguida, la aclimatación mejora el rendimiento muscular, disminuye la fatiga y aumenta la tolerancia al calor, aunque estas ventajas se pierden cuando la persona vuelve a climas más fríos.
- Algo a tener en cuenta. La composición del sudor:
Se ha intentado determinar la composición del sudor para planificar la rehidratación tras el ejercicio, sin embargo es difícil establecer referencias concretas debido a las marcadas diferencias entre distintos individuos, a los cambios de la propia secreción a lo largo de la actividad física y a las múltiples variables que influyen en la aclimatación a las condiciones ambientales.
El sudor es una disolución de agua al 99% compuesta por los mismos solutos que el medio extracelular pero en menor concentración (es una solución hipotónica). El principal componente es la sal (cloruro sódico) con una proporción de sodio en torno a 50 mEq/litro. También hay una mínima presencia de glucosa (entre 0 y 6 mg/dl) y compuestos nitrogenados (100mg/dl) como la urea, la creatinina y el ácido úrico. En cuanto al potasio, su presencia es inicialmente mucho más baja que la de sodio, aunque dependerá del grado de aclimatación individual al ejercicio en diversas condiciones ambientales y de la actividad de la aldosterona al nivel de las glándulas sudoríparas.
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