Módulo 2.2. Fisiopatología relacionada con el consumo del agua

* La rehidratación y ejercicio físico

El objetivo de la rehidratación en la práctica deportiva es reponer  en el menor tiempo posible el agua y los solutos perdidos, para ello están indicadas bebidas isotónicas (con una osmolaridad cercana a la del medio interno) que incorporan sodio, cloro y potasio en proporciones relativamente parecidas a las del sudor.  Su consumo ajustado facilita la normalización del volumen y la osmolaridad tanto intra como extracelular, asimismo aportan una pequeña cantidad de glucosa atendiendo a su intensa demanda por parte del músculo lo que, por otro lado, favorece la asimilación del sodio ya que ambos nutrientes se absorben mediante un sistema de co-transporte activo. (Véase el capítulo 1, el apartado 6.2.1). Por lo demás, algunas bebidas isotónicas incorporan vitaminas C y B1, cuyas demandas pueden verse incrementadas durante el ejercicio, así como pequeñas cantidades de magnesio y de calcio, cationes esenciales durante el proceso de la contracción muscular. Véase la tabla 2.8.

T.2.8. Composición aguas embotelladas bebidas isotónicas

  • Algo a tener en cuenta.  Consideraciones acerca del consumo de bebidas isotónicas:

Las bebidas isotónicas no están indicadas fuera del contexto del ejercicio físico o de aquellas situaciones que conduzcan a grandes pérdidas por sudoración. El consumo cotidiano de estos productos como bebida habitual en sustitución del agua supone una sobrecarga inútil de sodio que no contribuye a equilibrar el balance hidroelectolítico, sobre todo cuando la deshidratación se produce de forma progresiva debido a una escasa ingesta de agua y no, como ocurre en el caso del ejercicio, por una pérdida brusca de agua e iones.  En estas situaciones está indicado el consumo de aguas de mineralización débil ya que los niveles corporales de electrolitos no son bajos al ser incorporados abundantemente con los alimentos a lo largo del periodo durante el que eventualmente puede progresar la deshidratación. Recuérdese el caso descrito en el apartado 8.1. 

Por el mismo motivo anterior, el consumo de bebidas isotónicas puede ser contraproducente como hidratación previa al ejercicio, en el caso de que durante ese periodo se haya incorporado una carga elevada de solutos a través de los alimentos. En tales circunstancias el consumo excesivo de bebidas isotónicas solo contribuirá a aumentar la osmolaridad extracelular, y en consecuencia, la pérdida de agua intracelular. (Véase la figura 2.27, el esquema número 2 correspondiente a situaciones de aumento de concentración del medio extracelular).  Lo recomendado en estas condiciones es beber agua de mineralización débil pero con moderación para evitar posteriores estados de hiponatremia.

Tampoco es adecuado el consumo de grandes cantidades de bebidas isotónicas por parte de deportistas con un alto grado de adaptación al calor en los que se verifica una mayor sudoración con menores pérdidas de sodio y mayores de potasio. En tales casos la sobreingesta de dichas bebidas puede contribuir a una sobrecarga de sodio extracelular, lo que combinado con las mayores pérdidas de potasio, acentuaría la deshidratación intracelular afectando negativamente al rendimiento muscular. En estos casos, la ingesta de zumos de frutas, ricos en potasio, con un pequeño aporte de sal pueden ser utilizados como eficaz medio de hidratación.

  •  Algo a tener en cuenta.  Deshidratación y golpe de calor:

El  estrés producido por la deshidratación y el sobrecalentamiento corporal puede derivar en una situación crítica conocida como golpe de calor. Éste se produce al colapsarse los sistemas de termorregulación de manera que el aumento de la temperatura corporal acaba desencadenando un fallo multiorgánico. La deshidratación juega un papel decisivo en la  aparición del golpe de calor ya que, por un lado, merma la producción de sudor comprometiendo la vía de eliminación de calor a través de la transpiración, y por otro, implica un menor volumen plasmático y un escaso flujo sanguíneo capilar, lo que también repercute en una menor eliminación de calor.

La amenaza del golpe de calor y su elevada tasa de mortalidad (hasta un 70%), remarcan la importancia de evitar estados de deshidratación en situaciones de olas de calor y durante la práctica del ejercicio físico prolongado.

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