Módulo 2.2. Fisiopatología relacionada con el consumo del agua

8.5.1. Deshidratación hipotónica en la vejez 

Cuando la escasa ingesta hídrica y las mayores pérdidas urinarias de sodio y agua se combinan con el consumo de diuréticos y con el seguimiento de dietas sin sal, se entra en una situación de riesgo de hiponatremia y de pérdida de volumen plasmático que, de no corregirse, pueden derivar en fallo renal grave por falta de perfusión glomerular.

En tales circunstancias es muy importante, por un lado, asegurar una ingesta de líquidos que compense el mayor volumen de orina y las posibles pérdidas por sudor y, por otro lado, garantizar una adecuada incorporación de electrolitos a través de la dieta, que no debe contemplar una restricción estricta de sodio, aportando entre 3 y 6 g diarios de sal en función de la natriuresis. Los ancianos deshidratados incapaces de beber y de alimentarse oralmente deben ser sometidos a la administración parenteral de sueros glucosalinos hasta normalizar gradualmente el volumen y la osmolaridad plasmática.

Una consecuencia típica de los estados de deshidratación con hiponatremia es la aparición o el empeoramiento del cuadro confusional. Esta circunstancia puede ser debida a la aparición de edema cerebral, aunque en ocasiones es atribuida erróneamente a otras causas y no es tratada de forma correcta. Este es el tipo de trastorno hidroelectrolítico más frecuente entre los ancianos ingresados, afectando en algún momento hasta a un 25% de los mismos.

  • Algo a tener en cuenta:

En general, la hiponatremia sufrida por el adulto va acompañada de una sobrehidratación, mientras que en los ancianos se produce por fallos en los mecanismos de retención de sodio unidos a pérdidas forzadas de agua y a una ingesta hídrica insuficiente que derivan en un estado de deshidratación. No obstante, las consecuencias son parecidas en ambos casos: un aumento del volumen intracelular que afecta especialmente al encéfalo.  Sin embargo, la gravedad de los síntomas de la hiponatremia suele ser menor en los ancianos debido a la reducción fisiológica de la masa encefálica, lo que disminuye el riesgo de compresión contra la pared craneal en caso de expansión por edema.

  •  Algo a tener en cuenta. Disbalance de potasio en los ancianos inducido por la polimedicación:

Los ancianos muestran una menor reserva corporal de potasio que, además, puede verse mermada por pérdidas extraordinarias debidas a cuadros diarreicos generados por el uso de laxantes o por el tratamiento prolongado con antibióticos. Si a esto se le añade la escasez de alimentos ricos en potasio que suele caracterizar los menús geriátricos (pobres en ensaladas, frutos y frutas frescas) es fácil asistir a estados carenciales. Éstos se manifiestan con alteraciones neuromusculares como hipotonía, debilidad del latido cardiaco y parálisis.

 En el otro extremo, algunos ancianos sometidos a medicación antihipertensiva basada en la combinación de diuréticos ahorradores de potasio, betabloqueantes e inhibidores de enzima convertidor de la angiotensina, así como aquellos tratados con antiinflamatorios no esteroideos* entran en riesgo de padecer acumulación de potasio, lo que puede originar estados de sobreexitación neuromuscular y, en algunos casos, alteraciones de la función cardiaca. 

 * Nota. Los antiinflamatorios no esteroideos inhiben la síntesis de prostaglandinas encargadas de la dilatación de la arteriola aferente. Dicha dilatación es necesaria en caso de disminución del volumen plasmático a fin de recuperar la presión intraglomerular que garantice los procesos de reabsorción hidrosalina.

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