Módulo 2.2. Fisiopatología relacionada con el consumo del agua

8.6.2. Recomendaciones de ingesta de agua durante la niñez

Las recomendaciones de ingesta de agua durante el primer año son proporcionalmente elevadas: 1,5 ml por cada kcal consumida (alrededor de 150 ml/kg de peso y día). Mientras que la lactancia sea el único sustento dicho aporte está contenido en la leche materna o en la fórmula, siempre que se administren según pautas que garanticen los requerimientos nutricionales del bebé. A partir de la reducción de la lactancia y coincidiendo con la introducción de nuevos alimentos (beikost), debe considerarse el aporte de agua total, sumándose el consumo de leche y el agua asociada al beikost de modo que si se administran 100 kcal en forma de alimentos no lácteos, éstos han de incorporar al menos 150 ml de agua. Si su contenido de agua es menor, la diferencia debe ser administrada como bebida.  A partir del primer año las necesidades energéticas se estabilizan en torno a 1 ml por kcal consumida (unos 1000 ml/día), manteniéndose en esa misma proporción a lo largo de toda la niñez y la adolescencia.

Como ya se ha comentado, a medida que el niño crece y entra en la fase puberal van desapareciendo los condicionantes que le predisponen a la deshidratación: se normaliza la relación SC/peso, ya no se depende de terceras personas para beber y la función renal ha madurado completamente. No obstante, aparecen otros factores como el elevado ritmo de crecimiento y la práctica deportiva, que suponen un notable aumento de las demandas de agua que va en paralelo a los requerimientos energéticos, tal y como puede verse en la siguiente tabla.

T.2.10. Necesidades agua según requerimientos energía niños adolescentes

  • Algo a tener en cuenta. Consideraciones sobre el excesivo consumo de zumos durante le infancia:

El consumo abusivo de zumos que se observa en algunos niños y adolescentes, incluso hasta el punto de sustituir en gran medida a la ingesta de agua, no es recomendable por varios motivos. El primero es la posible sobrecarga energética derivada de su contenido en azúcares sencillos (de 15 a 20 g en un vaso de 200 ml) lo que supone, además, una elevada carga osmolar (entre 500 y 600 mosm/l) que limita su efecto hidratante. Por tanto, los zumos deben integrase junto al resto de alimentos en el contexto de una dieta equilibrada, pero nunca sustituyendo al agua como medio para paliar la sed. 

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