6.8.7. Recomendaciones para la correcta hidratación del niño
- Es necesario identificar y controlar los principales factores de riesgo que colocan al niño en riesgo de deshidratación. Estos son: elevada temperatura y humedad ambientales, ingesta de agua insuficiente, presencia de fiebre y aparición de cuadros gastrointestinales que cursan con diarrea y vómitos.
- En el caso de los lactantes que aún no consumen otros alimentos, debe satisfacerse en todo momento la demanda de pecho o biberón ya que la hidratación dependerá en gran medida de la ingesta láctea.
- Se debe registrar frecuentemente la evolución del peso para así poder evaluar posibles pérdidas ponderales debidas a la deshidratación.
- Debe evitarse que el niño permanezca durante largos periodos de tiempo en lugares calurosos y poco ventilados. Su vestimenta debe ser la adecuada para evitar que sude innecesariamente.
- A partir del inicio de la alimentación complementaria, debe ofrecerse al niño pequeñas cantidades de agua cada poco tiempo hasta alcanzar el volumen diario adecuado en función de su peso y de su dieta.
- Si se detecta una sudoración superior a la normal, signos de fiebre o de gastroenteritis acompañados de un descenso brusco de la diuresis, debe evaluarse una posible pérdida de peso.
- Si se verifican pérdidas ponderales del 5 al 10 % en el lactante y del 3 a 7% en el niño mayor, nos encontraremos ante un cuadro de deshidratación leve-moderada que requerirá la atención inmediata por parte del pediatra, el cual programará la correspondiente pauta de rehidratación con SRO. Si la pérdida de peso es más elevada estaremos ante un caso de deshidratación grave que deberá ser tratado en un medio hospitalario.
- Durante el proceso de rehidratación es importante que el niño mantenga o retome lo antes posible la ingesta de alimentos. Para ello deben adaptarse dietas astringentes progresivas que sean compatibles con la toma de SRO y que cubran las demandas nutricionales y energéticas del niño.
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