* La rehidratación tras diarreas
Tanto la diarrea secretora como la osmolar implican pérdidas variables de agua y electrolitos, lo que usualmente genera cuadros de deshidratación isotónica. No obstante, también pueden producirse cuadros de deshidratación hipertónica en casos de diarreas acuosas muy profusas con un contenido relativamente bajo en sodio y elevado en azúcares y otros solutos, como ocurre en algunas diarreas osmóticas que provocan una pérdida de agua proporcionalmente más elevada que la de sodio.
Aunque en nuestro entorno, en el que la diarrea afecta fundamentalmente a niños, se dispone de bastantes variedades de SRO, al nivel mundial se utiliza preferentemente la fórmula de rehidratación propuesta por la OMS. Ésta aporta sodio, cloruros, potasio y glucosa en cantidades adecuadas para conseguir una eficaz restitución hidroelectrolítica. La distribución masiva y la llegada de este producto a las zonas deprimidas del tercer mundo es, junto con el acceso de la población al agua potable, uno de los grandes objetivos de cara a reducir la enorme mortandad que producen las diarreas infecciosas.
Como ya se ha indicado en el apartado correspondiente a los desequilibrios hidroelectrolíticos en niños (8.6), la rehidratación en caso de deshidratación leve y moderada se ha de realizar preferentemente mediante SRO. Para niños y adultos la dosis puede fluctuar entre 50-100 ml/kg de peso cada 4 ó 6 horas y cada deposición debe compensarse con un aporte extra de 100 a 200 ml de SRO. Aproximadamente unas 4 horas después del inicio de la rehidratación puede comenzarse la toma de alimentos sólidos y semisólidos según una pauta adaptada. El objetivo de la dieta debe ser alcanzar cuanto antes un aporte calórico que cubra las necesidades energéticas y nutricionales con el fin de prevenir a toda costa un cuadro de desnutrición que comprometa la rehidratación
Si la deshidratación es grave (pérdidas superiores a 7% de la masa corporal en niños o 5% en adultos), o bien si la persona es incapaz de ingerir SRO, debe procederse a la rehidratación por vía parenteral en un medio hospitalario. Para ello se utilizan mezclas de soluciones intravenosas isotónicas como el Ringer lactato, la solución polielectrolítica o la solución salina al 0,9% (suero fisiológico). Estos fluidos están diseñados para ser perfundidos en poco tiempo a fin de recuperar lo antes posible la volemia. En general la pauta de perfusión inicial en la fase de shock hipovolémico es de 100 ml de solución intravenosa por kg de peso cada 3 horas a un ritmo de 50 ml/kg la primera hora, 25 ml/kg la segunda hora y 25 ml/kg la tercera hora. A partir de ese periodo puede comenzarse, si se tolera, la administración de alimentos, así como de SRO en pauta de mantenimiento (entre 50 y 100 ml/kg/día) a fin de asegurar las necesidades basales y paliar las pérdidas adicionales producidas por diarreas y vómitos. Éstas, en caso de ser profusas, deben ser cuantificadas para adecuar la administración de un volumen equivalente de SRO. Las deshidrataciones isonatrémicas deben recuperarse en un plazo de 24 horas, mientras que las de tipo hipernatrémico han de resolverse en un intervalo no superior a las 48 horas.
- Algo a tener en cuenta:
La formula Ringer lactato está contraindicada en lactantes y en pacientes con insuficiencia hepática. No obstante, es preferible a la solución salina al 0,9% en caso de acidosis (pH plasmático <7,2).
- Algo a tener en cuenta:
En casos de deshidratación hiponatrémica grave con hipovolemia, como los aparecidos esporádicamente a consecuencia de ciertas diarreas secretoras o en ancianos deshidratados tratados con diuréticos (recuérdese el apartado 8.5), el plazo empleado para la recuperación de la natremia y del volumen plasmático debe ser mayor, ya que la perfusión precipitada de sodio puede provocar un cuadro clínico de extrema gravedad: la mielinolisis central pontina, que suele desembocar en el coma y la muerte como consecuencia de la destrucción de las vainas de mielina que recubren las neuronas. Para evitarlo, la dosis de sodio perfundida debe aumentarse a un ritmo muy lento de 1 a 1,5 mEq/l/hora durante las primeras horas de la rehidratación.
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