Módulo 2.2. Fisiopatología relacionada con el consumo del agua

* Nefritis

Consiste en la inflamación del riñón que da lugar a diversos grados de insuficiencia renal. Según la zona afectada, la nefritis se presenta en forma de glomerulonefritis (si compromete a los glomérulos), pielonefritis (si afecta a la pelvis renal), nefritis tubular o intersticial (si afecta a los túbulos renales) o como lupus nefrítico (si el origen de la nefritis es autoinmune por lupus eritematoso).

  • Glomerulonefritis.

Produce daños en el glomérulo que pueden ocasionar síndrome nefrítico, caracterizado por una disminución significativa del filtrado glomerular y de la diuresis, así como por el paso de sangre y células endoteliales a la orina. Se produce retención de agua y sodio, lo que  provoca un aumento del volumen extra e intracelular y ocasionalmente edema. En tal caso la dieta debe contemplar una restricción de sal y de líquidos.

La glomerulonefritis también puede causar síndrome nefrótico, caracterizado por un aumento anormal de la permeabilidad capilar glomerular que provoca la pérdida neta de proteínas a través de la orina, básicamente de albúmina. Esto produce hipoalbuminemia asociada a una disminución de la presión oncótica plasmática que pasa a ser superada por la presión hidrostática capilar provocando la fuga de agua intracapilar al medio intersticial. La consiguiente disminución del volumen plasmático estimula, por un lado, la secreción de renina y la producción de aldosterona (hiperaldosteronismo secundario), lo que induce a una intensa retención de sodio y, por otro, la producción de ADH y con ella la retención de agua. Tales circunstancias dan lugar a la aparición de aparatosos edemas y a una brusca ganancia ponderal.

El síndrome nefrótico puede ser idiopático (sin una causa clara conocida), o bien originado por glomerulonefritis de origen autoinmune. Los casos idiopáticos (típicos en niños) suelen resolverse espontáneamente, limitándose el tratamiento a la corrección del edema para lo cual se emplean diuréticos como la furosemida. Si el origen es autoinmune el tratamiento incluye, además, fármacos inmunosupresores. En cuanto a la dieta, debe contemplar una restricción de sal (de 2 a 4 g diarios) y de agua cuyo aporte ha de ajustarse cuidadosamente en función de la diuresis y la evolución del peso. En cuanto a las proteínas, conviene evitar las dietas hiperproteicas indiscriminadas, siendo más conveniente ajustar su aporte a las necesidades mínimas (0,7-1g/kg/día) corregidas con un suplemento equivalente a las pérdidas urinarias.

  • Algo a tener en cuenta. Restricción hídrica asociada a la dieta.

Cuando se pauta una restricción hídrica, por ejemplo de 1200 ml/día, se hace referencia al volumen total de agua a ingerir incluyendo la contenida en los alimentos. Esto implica confeccionar dietas con alimentos moderadamente hidratados evitando así, las sopas, las frutas carnosas, los zumos y los purés claros. El objetivo será cubrir las demandas nutricionales y energéticas minimizando la carga de agua asociada que debe restarse al volumen de ingesta total, en este caso 1200 ml, correspondiendo la cantidad resultante al agua disponible para beber. A continuación se ilustra esta idea mediante un ejemplo de menú:

 T.2.15. Menú control hídrico

  • Pielonefritis

Ocasionada por infecciones bacterianas que afectan a la integridad del parénquima y del sistema tubular, especialmente al nivel de los cálices y de la pelvis renal. En esta zona se ubican los túbulos distales y colectores, lugares donde se produce una parte considerable de la reabsorción hidrosalina. Por este motivo, la pielonefritis afecta a la capacidad de concentrar la orina y de retener sodio, lo que puede generar situaciones de hiponatremia.

  • Nefritis tubular o intersticial

Afecta a los túbulos renales alterando la capacidad de reabsorción del filtrado glomerular. Esta alteración afecta a todo lo largo del sistema: túbulo contorneado proximal, rama descendente del asa de Henle, asa de Henle rama ascendente del asa de Henle, túbulo contorneado distal, y túbulo colector. Este tipo de insuficiencia afecta especialmente a la capacidad de reabsorber agua y sal (NaCl) que se pierden en gran cantidad con la orina. Algunos tipos de nefritis intersticiales crónicas, como las que inciden sobre el área de influencia de la aldosterona (túbulos distales), comprometen especialmente la recuperación del sodio, por lo que reciben el apelativo de nefritis pierde sal. Estas patologías pueden dar lugar a  situaciones de hiponatremia hipoosmolar hipovolemica, que deben ser tratadas, mediante la administración de soluciones salinas, generalmente isotónicas, como el suero fisiológico.

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