Módulo 2.2. Fisiopatología relacionada con el consumo del agua

9.2. Agua potable y no potable

Se define como agua potable (del latín potabilis: bebible) a aquella que puede ser consumida por las personas sin que suponga un riesgo de contraer enfermedades. En general, las aguas del entorno son muy susceptibles de contaminarse por agentes químicos y biológicos que son arrastrados en disolución. Por este motivo, a no ser que sea probada su potabilidad en origen, la mayoría de aguas deben ser tratadas hasta que puedan ser consideradas aptas para el consumo humano.

  • Algo a tener en cuenta. Según el real decreto 140/2003, de 7 de febrero, las aguas de consumo humano deben ser:

 a) Todas aquellas aguas, ya sea en su estado original, ya sea después de tratamiento, utilizadas para beber, cocinar, preparar alimentos, higiene personal y para otros usos domésticos, sea cual fuere su origen e independientemente de que se suministren al consumidor, a través de redes de distribución públicas o privadas, de cisternas, de depósitos públicos o privados.

b) Todas aquellas aguas utilizadas en la industria alimentaria para fines de fabricación, tratamiento, conservación o comercialización de productos o sustancias destinadas al consumo humano, así como las utilizadas en la limpieza de las superficies, objetos y materiales que puedan estar en contacto con los alimentos.

c) Todas aquellas aguas suministradas para consumo humano como parte de una actividad comercial o pública, con independencia del volumen medio diario de agua administrado. 

d) Solo pueden considerarse aguas aptas para el consumo aquellas que no contengan ningún tipo de microorganismo, parásito o sustancia en una cantidad o concentración que pueda suponer un peligro para la salud humana, y cumpla con los valores paramétricos determinados por la autoridad sanitaria.

La potabilización es el proceso de convertir un agua común en un agua apta para el consumo humano. Básicamente consiste en la eliminación de los compuestos volátiles y en la separación de las materias sólidas en suspensión mediante la adición de floculantes que las hacen precipitar de forma que pueden ser filtradas. Seguidamente el agua es desinfectada con la adición de cloro u ozono. En el caso del agua marina, la potabilización incluye su desalinización mediante ósmosis inversa o destilación.

Es importante destacar que el agua potable no solo debe carecer de niveles impropios de sustancias o materias presentes en origen, sino también de restos de aquellos compuestos que se hayan empleado durante el propio proceso de potabilización como pueden ser floculantes (sulfato de aluminio o de amonio)  o desinfectantes (cloro u ozono).

Son muchos los parámetros controlados para determinar la potabilidad del agua; entre los considerados como indicadores destacan el color, el sabor, el olor, la turbidez, la presencia de bacterias coliformes, el pH, la conductividad, los niveles de amonio y de sodio,  la presencia de ciertos metales (como el hierro, o el aluminio) y los niveles de cloro libre y combinado residual. También se determinan parámetros más específicos de tipo microbiológico (como la presencia de E.coli o de Clostridium) y químico (como los niveles de cobre,  plomo,  fluoruros o nitritos), así como la presencia de trazas de compuestos poliméricos (como la acrilamida) y de radioactividad. En la siguiente tabla se indican lo principales parámetros utilizados para determinar la potabilidad del agua, así como sus correspondientes valores de referencia.

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