8.3. Alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico en situaciones cotidianas
8.3.1. Deshidratación en situaciones cotidianas
Contando con agua disponible y en ausencia de las anteriores circunstancias (calor y humedad extremos, ejercicio físico y estados patológicos) es muy difícil que una persona alcance estados moderados de deshidratación. No obstante, hay que contar con un fenómeno fisiológico conocido como deshidratación voluntaria que puede afectar a cualquier persona si no mantiene un adecuado consumo de agua y que puede derivar hacia un estado inicial de deshidratación. De hecho, la sed no aparece hasta que el organismo ha perdido de un 1 a un 1,5% de su agua corporal, es decir, cuando ya se ha establecido un balance hidroelectrolótico negativo y ha comenzado el proceso de deshidratación. La gravedad de este desfase es mínima siempre que se responda bebiendo una cantidad adecuada de agua. No obstante, el umbral de la sed puede ser más elevado en algunas personas como los ancianos que constituyen un grupo de riesgo frente al peligro de la deshidratación (véase el apartado 8.5). Hábitos caracterizados por beber poca agua o la costumbre de resistir la sed durante periodos prolongados elevan el umbral de la sed y colocan a la persona en situación de mayor vulnerabilidad frente a estados cercanos a la deshidratación, incluso en situaciones cotidianas.
Por todo ello, las recomendaciones dirigidas a la población general, especialmente a las personas mayores, pretenden inculcar el hábito de beber una cantidad suficiente de agua distribuida a lo largo del día aunque no se tenga mucha sed; tal cantidad suele situarse entre 1 y 1,5 litros en condiciones normales aumentando en días de calor y más aún si se realiza cualquier actividad que aumente la sudoración.
- Algo a tener en cuenta. Ejemplo de situación cotidiana que puede conducir a un estado de deshidratación puntual.
Amanece un día caluroso y húmedo. Una mujer adulta y sana se levanta a las 7.00 horas, con el tiempo justo para asearse y tomar una pequeña taza de café con un par de galletas integrales como único desayuno antes de salir a trabajar. Durante el trayecto, de 35 minutos en metro hasta su lugar de trabajo, la mujer muestra una cierta ansiedad pues esa mañana ha de pronunciar una charla. Al llegar a su oficina repasa los contenidos de la charla olvidando su habitual zumo de la mañana. Tras la charla, a las 10.30 horas, nuestra protagonista se siente más relajada y acude a la cafetería de la esquina a almorzar: un sandwich de jamón y queso y un refresco de cola. Reanuda el trabajo hasta las 14.30 h. Justo antes de salir a comer repara en lo caluroso del ambiente en la oficina nota su cuerpo algo sudado. La comida se compone de una paella que acompaña con algo de vino y concluye con un helado de chocolate. Durante la larga sobremesa casi todos los compañeros se van levantando para ir al servicio, no así ella. Entonces se da cuenta de que no ha orinado desde el amanecer. A media tarde regresa a casa más cansada de lo habitual. Al abrir la puerta se le caen las llaves. Cuando se incorpora tras recogerlas se siente mareada y debe sujetarse en la pared para no caer, tras unos instantes se recupera. Por fin acude al servicio y advierte lo escasa y oscura que es su orina. Tras tomar una ducha reflexiona y deduce que, con las prisas y el estrés del trabajo, se ha deshidratado. De hecho no ha bebido agua en todo el día, los únicos líquidos que ha ingerido han sido café, un refresco de cola y vino durante la comida. No obstante, se sorprende de que, a pesar de todo, apenas siente una sed moderada. Algo preocupada, decide procurarse una botella de 2 litros de agua mineral y comienza a beber a tragos largos. Una hora y media después realiza una micción mucho más abundante y clara que la primera a la que se suceden otras dos completamente normales antes de finalizar el día. Entonces decide que a partir de ese día beberá un vaso de agua antes de un desayuno en el que incluirá fruta, leche y cereales, además se obligará a beber dos o tres vasos de agua durante el transcurso de la mañana aunque no tenga sed y más si hace calor.
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