Módulo 3.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los hidratos de carbono.

8.2.6. Papel de la actividad física en el control de la diabetes tipo 1

 

Con la actividad física los requerimientos energéticos musculares aumentan considerablemente lo que acrecienta el flujo de glucosa hacia el interior celular a través de los pasos habilitados en la membrana por la insulina. De este modo, la misma cantidad de insulina tiene más rendimiento hipoglucemiante durante el ejercicio que en reposo.  Así, para evitar descensos bruscos de la glicemia suele ser preciso aumentar la ingesta de  H de C previa o paralela a la realización del ejercicio y disminuir la cantidad de insulina administrada.

Por el anterior motivo, el ejercicio físico intenso o prolongado plantea el riesgo de hipoglicemia, especialmente si no se reduce con anterioridad la dosis de insulina o bien si no se consume una cantidad adecuada de H de C. Tal circunstancia supone un exceso de insulina con relación a la poca glucosa disponible y a su elevada demanda por parte de las células, lo que producirá una caída brusca de la glicemia. Una hipoglicemia tan súbita puede ocasionar el desvanecimiento de la persona durante o después del ejercicio ante lo cual debe administrarse rápidamente azúcar u otro alimento que aporte glucosa de rápida asimilación, de lo contrario la persona puede entrar en situación de coma hipoglicémico.

  • Algo a tener en cuenta:

Además de aportes puntuales de glucosa, en muchos casos se recomienda que el diabético disponga de unidades inyectables de glucagón pues éstas aceleran el restablecimiento de la glicemia en casos de hipoglicemias muy acusadas (recordemos que el glucagón es la hormona encargada de transformar el glucógeno hepático en glucosa).

Además de aumentar y agilizar el consumo celular de glucosa, la práctica regular de ejercicio físico mejora la sensibilidad a la insulina por parte de los tejidos periféricos, principalmente del músculo.

  • Algo a tener en cuenta:

Programado adecuadamente, el ejercicio físico es, junto con la insulina y la dieta, una de las tres bases fundamentales  sobre las que se sustenta el buen control de la DMID. Así pues, la actividad moderada ha de formar parte de la rutina diaria de la persona diabética al mejorar significativante el control glicémico y disminuir las necesidades de insulina.

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