4.3. Lípidos que contienen ácidos grasos
4.3.1. Los esfingolípidos
Derivan de la esfingosina, alcohol aminado de 18 C cuyo grupo amino se une a un ácido graso (se acila) para dar lugar a un cerámido. Éste se une a un ácido fosfórico que, a su vez, se asocia con sustancias polares como la colina y la glucosa. La combinación de cerámido, ácido fosfórico y colina da lugar a la esfingomielina. Otros esfingolípidos son los cerebrósidos (cerámido más hexosa) y los gangliósidos (cerámido más hexosa aminada y ácido siálico), estos últimos también reciben el nombre de glucolípidos.
La esfingomielina forma parte de las vainas de mielina que recubren los axones neuronales, de cuya correcta formación y mantenimiento depende la buena transmisión de los impulsos nerviosos y, en general, el buen funcionamiento del sistema nervioso.
Como en el caso de los fosfolípidos, la fluidez y la resistencia a la oxidación de los esfingolípidos, y por lo tanto de las estructuras en las que aparecen, dependen del tipo de ácidos grasos que contienen, especialmente de su grado de insaturación, de la disposición CIS o TRANS de sus dobles enlaces y de la mayor o menor presencia de elementos antioxidantes en su entorno.
- Algo a tener en cuenta:
Una de las hipótesis acerca del envejecimiento lo asocia a la progresiva acumulación de lipofucsinas en las membranas del tejido neuronal. Las lipofucsinas aparecen como consecuencia de procesos oxidativos sufridos por los esfingolípidos y los fosfolípidos de membrana.
Los esfingolípìdos son sintetizados por el organismo a partir de otras grasas; en ningún caso se incorporan directamente a través de los alimentos. Asimismo, y a pesar de que su función primordial es la de servir de estructura al tejido nervioso, los esfingolípidos también pueden ser utilizados como fuente minoritaria de energía o como base para la formación de nuevos lípidos orgánicos.