7.2.2. El transporte de lípidos endógenos
El hígado no se limita a transformar y a relanzar las grasas y el colesterol traídos por los quilomicrones, también lo hace con las remesas procedentes de los tejidos periféricos, siendo capaz, además, de sintetizar in situ y dispensar grasas específicas en función de las necesidades orgánicas, principalmente triglicéridos formados a partir del exceso de glucosa alimentaria.
Esta habilidad del hígado para recibir, transformar, sintetizar y redistribuir grasas viene dada por su capacidad de producir apolipoproteínas que facultan la entrada y salida de lipoproteínas procedentes y con destino a los tejidos periféricos.
* Transporte de lípdos desde el hígado a los tejidos periféricos
Los lípidos que parten del hígado hacia los tejidos son fundamentalmente triglicéridos y ésteres de colesterol. Éstos se unen a tres tipos de apolipoproteínas sintetizadas en el hígado (la apo B100, la apo E y la apo C) dando lugar a lipoproteínas de muy baja densidad conocidas con las siglas VLDL (del inglés: Very Low Density Lipoprotein). Tras los quilomicrones, las VLDL son las lipoproteínas de menor densidad, es decir, las más cargadas de material lipídico, algo lógico ya que constituyen las principales “lanzaderas” de lípidos (especialmente grasa) hacia los diferentes tejidos (sobre todo al adiposo). Su cargamento se compone de triglicéridos y, en menor medida, de ésteres de colesterol sintetizados mayoritariamente en el hígado.
En un proceso muy parecido al que siguen los quilomicrones, las VLDL entran en contacto con las células endoteliales. Allí la apo CII, incrustada en la cubierta de la lipoproteína, es reconocida por las LPL endoteliales que comienzan el “ataque” a los triglicéridos liberando gran cantidad de ácidos grasos, que penetran en los tejidos difundiéndose a través del endotelio vascular. Paralelamente, parte de la cubierta proteica de la VLDL, que comienza a ser demasiado voluminosa para la estabilidad de la lipoproteína, es transferida a las HDL.
El resultante de este proceso son unas lipoproteínas con menos triglicéridos y, por lo tanto, con una mayor densidad: las lipoproteínas de densidad intermedia o IDL. Éstas conservan la apo B100 y la apo E (inicialmente presentes en las VLDL), así como un núcleo graso en el que sólo quedan triglicéridos residuales junto a una notable cantidad de ésteres de colesterol, que apenas han sido afectados por la acción de las LPL.
Las IDL ingresan en el hígado gracias al reconocimiento por los receptores hepáticos de la apo B100 y de la apo E. Una parte de las IDL son completamente asumidas por el hígado, pero otra continúa sufriendo la acción de ciertas lipasas (las triglicérido-lipasas-hepáticas) hasta perder sus triglicéridos residuales; al mismo tiempo, estas IDL se desprenden de la apo E. El resultado de esta transformación son unas lipoproteínas de menor densidad, con un núcleo formado casi exclusivamente por ésteres de colesterol y una superficie con una presencia proteica reducida a la apo B100: son las proteínas de baja densidad o LDL (del inglés Low Density Lipoprotein). Una vez constituídas, las LDL se relanzan hacia los tejidos periféricos con el fin de abastecerlos de colesterol.
Cuando las LDL entran en contacto con la membrana de las células endoteliales, las apo B100 son reconocidas por receptores endoteliales específicos. Esto propicia que la membrana envuelva a las LDL, incluidos los receptores proteicos, y que las incorpore al citoplasma dentro vesículas (proceso de endocitosis). En el interior celular las proteínas (apo B100 unidas a sus receptores) se separan de los ésteres de colesterol y de los fosfolípidos para ser recicladas y enviadas nuevamente a la membrana. Por su parte, los ésteres de colesterol permanecen en las vesículas y son atacados por lipasas lisosomales (enzimas intracelulares contenidos en lisosomas que vierten su contenido en las vesículas). Las lipasas separan los ácidos grasos del colesterol (desesterifican el colesterol), el cual sale al citoplasma donde es utilizado para desempeñar sus diferentes funciones metabólicas como, por ejemplo, fabricar hormonas esteroideas o contribuir a la formación de nuevas células.
En el momento en el que los tejidos reciben una cantidad de colesterol superior a sus necesidades, se producen tres fenómenos que equilibran la situación: 1/ se inhibe la producción celular de colesterol (casi todas las células son capaces de sintetizarlo en cantidades variables aunque a costa de un considerable “esfuerzo metabólico”); 2/ se potencia la reesterificación del colesterol libre que es nuevamente almacenado dentro de vesículas citoplasmáticas y 3/ se inhibe la síntesis y el reciclaje de receptores celulares de LDL, lo que disminuye la penetración de colesterol a la célula.