Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

9.3.4. Resistencia a la insulina y diabetes

 

Algunas personas, como los diabéticos tipo 2 o las que sufren un mayor o menor grado de intolerancia a la glucosa, presentan estados de resistencia a la insulina marcados por una menor eficacia de la hormona en su labor de regular la glicemia. Esto produce, por un lado, unas mayores tasas de glicemia basal y, por otro lado, una secreción excesiva de insulina. El hiperinsulinismo propicia, a su vez, la transformación de la glucosa en triglicéridos y su posterior depósito en los tejidos, así como la síntesis endógena de colesterol, factores éstos que favorecen la ateroesclerosis.

Por otro lado, la hiperglicemia aumenta la glicosilación de las LDL y de las HDL, lo que retrasa el aclarado plasmático de las primeras (colesterol malo) y acelera el de las segundas (colesterol bueno) aumentando, además, la susceptibilidad de ambas lipoproteínas a la oxidación. Así mismo, la glicosilación de las LDL, en especial de la Lp(a),  incrementa la  eficacia de los receptores scavenger macrofagocitarios y con ello la formación de células espumosas

Como se puede deducir, los diabéticos y las personas con resistencia a la insulina  constituyen poblaciones de mayor riesgo vascular cuyos objetivos fundamentales deben ser el control, no solo de la glicemia, sino también de otros factores de riesgo como la dislipemia, la hipertensión, la obesidad y el tabaquismo.

9.3.5. Hipertensión arterial (HTA)

Epidemiológicamente los hipertensos tienen una mayor predisposición a desarrollar EV. La elevada presión de la sangre sobre las paredes arteriales puede ser causa de microrroturas en el endotelio que, como se recordará, marcan la génesis del ateroma. Esta hipótesis parece confirmarse cuando se observa cómo las lesiones ateromatosas progresan más rápidamente en los recodos arteriales, donde la presión del flujo sanguíneo y las turbulencias son mayores que en las tramos más o menos rectos.

Los orígenes de la HTA son variados y en algunos casos poco conocidos. Se combinan frecuentemente varios factores como ciertas alteraciones hormonales, la hiperreactividad nerviosa frente al estrés, el exceso de sal en la dieta y la  obesidad, entre otras posibles causas. Sea como fuere, la HTA constituye un importante factor de riesgo vascular y por ello debe ser controlada. Cabe recordar que la coincidencia de dos factores de riesgo como la dislipemia y la hipertensión multiplica el riesgo vascular situándolo por encima del observado con cada factor por separado.

  • Algo a tener en cuenta:

En  España la prevalencia de la HTA es del 15-20% en personas emtre 15 y 45 años; de 30-36% en personas entre 45 y 65 años y del 45-48% en personas mayores de 65 años.  

*Fuente: M.Saez, M.Barceló. Coste de la HTA en España. Hipertensión. 2012;29:145-51. – vol.29 núm 04

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