Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

9.4.4.  Consumo de grasas poliinsaturadas n3 u omega 3

 

Tal y como se recordará, se trata de grasas ricas en ácidos grasos linolénico, eicosapentanoico y docosaexanoico, abundantes en los pescados azules y en los frutos secos como las nueces. Estas grasas son precursoras de prostaglandinas y prostaciclinas tipo PGI3, de efecto antiagregante y vasodilatador, en detrimento de las PGI2 y TX A2, derivados araquidónicos que en conjunto muestran un marcado efecto agregante. Por ello, la presencia en la dieta de grasas omega 3 supone un factor limitante del crecimiento de las placas de ateroma y de la formación de trombos.

Los beneficios de los omega 3 frente al desarrollo de la ateroesclerosis van más allá al moderar la actividad inflamatoria local asociada al proceso de agregación celular y al crecimiento de la placa de ateroma. En este sentido cabe recordar que los precusores omega 3 eicosapentanoico y docosahexanoico generan leucotrienos y otros mediadores notablemente menos excitadores de la respuesta inflamatoria que los derivados araquidónicos (omega 6).

Así mismo, se ha podido demostrar que los ácidos grasos omega 3, no así los omega 6, reducen el ritmo de proliferación de las células musculares a nivel endotelial y con él el crecimiento de las placas de ateroma debido al menor engrosamiento de la pared vascular. Por otro lado, diversos estudios han mostrado cómo una dieta rica en ácidos grasos omega 3, no tanto en omega 6, redunda en una menor producción de peróxido de hidrógeno por parte de las células presentes en el endotelio vascular, lo que implica una disminución de los procesos oxidativos, tan relacionados con el crecimiento de la placa de ateroma. Esto tiene su importancia si se considera la mayor tendencia a la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados, la cual vendría en cierta medida contrarestada por los omega 3.

Tal y como se comentó en apartados anteriores, otro efecto de los omega 3 es la reducción de la síntesis hepática de triglicéridos, con la consiguiente disminución de los niveles de lipoproteínas VLDL, lo cual deriva en la generación de lipoproteínas LDL más grandes y menos densas que presentan un menor índice de adhesión a la pared vascular.

* Relación entre consumo de grasas poliinsaturadas n3 y n6:

Los  beneficios asociados al consumo de las grasas omega 3 no han de ser valorados de forma aislada, sino en el contexto de una dieta equilibrada que incluya la ingesta paralela de grasas saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas.  Así,  las grasas omega 3 deben formar parte junto con los omega 6 del 25% de grasas poliinsaturadas sobre el total de grasas ingerido.  No obstante,  la dieta actual presenta un claro predominio de grasas omega 6 (los aceites de semillas inundan la industria alimentaria) respecto a omega 3 (pescados azules, nueces, etc.) llegándose a observar proporciones de hasta 20 a 1 a favor de las primeras. Esto trae consigo una menor protección frente a la ateroesclerosis por el exceso relativo de mediadores arquidónicos, con mayores efectos agregantes, inflamatorios y proliferativos. Por tal motivo,  se recomienda disminuir en lo posible el cociente omega 6/omega 3 de la dieta incrementando la ingesta de  de éstos últimos hasta relaciones de 3:1 o incluso de 2:1.

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