Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

9.4.8. Consumo de fibra dietética

 

Tal y como se indicó en el capítulo 3 correspondiente a los hidratos de carbono, ciertos tipos de fibras, especialmente las pectinas, los betaglucanos y las gomas, se unen en el intestino a la bilis (compuesta en su mayoría por colesterol y ácidos biliares)  dificultando su absorción y aumentando sus pérdidas fecales. Esto merma el reciclado del colesterol biliar propiciando moderadas disminuciones de la colesterolemia.

  • Algo a tener en cuenta:

Ciertos fármacos hipocolesterimiantes como las resinas de intercambio iónico basan su efecto, al igual que las fibras,  en la interrupción del ciclo entrerohepático de la bilis.

Por otro lado, la fibra parece limitar, en cierta medida, la producción endógena de colesterol por mediación de los ácidos grasos de cadena corta (SFCA) derivados de su fermentación bacteriana que, tras ser asimilados, inhibirían al enzima clave en el proceso de  síntesis: el  hidroximetilglutaril-CoA reductasa.

9.4.9. Consumo de colesterol

La ingesta directa de colesterol tiene una influencia relativa sobre la colesterolemia, lo que se demuestra por el hecho de que apenas un 25% del colesterol plasmático es de origen alimentario, el resto es producido o reciclado por el organismo. Además, la proporción de colesterol endógeno crece y decrece en paralelo al aporte dietético, compensando en cierta medida las variaciones de la ingesta. Experimentalmente se ha demostrado que  cambios de consumo comprendidos entre 0 y 300 mg diarios pueden repercutir en la colesterolemia total pero que ésta apenas varía con consumos superiores a los 500 mg/día.  Por otro lado, se debe considerar la notable variabilidad del porcentaje de asimilación del colesterol (situada entre el 40 y el 50%) en función de factores como el consumo de fibra, la rapidez del tránsito intestinal, la presencia de esteroles vegetales y otros.

Para valorar la influencia del consumo de colesterol sobre las EV ha de tenerse muy en cuenta la ingesta paralela de grasas saturadas e insaturadas ya que ésta  determina cambios en la colesterolemia debidos a una menor  o mayor sensibilidad de los receptores enzimáticos y celulares de las LDL. Así, un consumo elevado de colesterol tendrá peores efectos si viene acompañado por una gran proporción de grasas saturadas que si lo es por grasas insaturadas (especialmente monoinsaturadas).

No obstante, algunos estudios epidemiológicos asocian un consumo elevado de colesterol con una mayor tasa de mortalidad cardiovascular, independientemente de la colesterolemia media y de otros factores asociados.  Por ello se acepta como medida preventiva no ingerir una media superior a los 300 mg al día, sobre todo por parte de personas con un elevado riesgo vascular (diabéticos, obesos, hipertensos, homocistinúricos, etc.).

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