Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

 * Decálogo para una alimentación cardiosaludable 

 

1. Si existe obesidad la alimentación debe ser moderadamente hipocalórica de forma que el peso se normalice gradualmente.

2. Si el peso es el adecuado el aporte energético de la dieta debe ajustarse a las necesidades reales del organismo.

3. Las calorías totales deben distribuirse de la siguiente manera: 12-15% procedentes de las proteínas; 55-60 % de los hidratos de carbono y 30-35% de las grasas.

4. Las necesidades de vitaminas y de minerales han de satisfacerse en todo momento, especialmente las de vitamina B6, cromo y vanadio.

5. La dieta debe aportar fibra de variados tipos como celulosas, hemicelulosas, pectinas y betaglucanos entre otras, para lo cual se han de consumir de forma regular frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales como la avena.

6. Las grasas han de ingerirse en la cantidad adecuada (30-35% de la energía total). De éstas las saturadas no deben suponer más de una cuarta parte, lo que implica un consumo moderado de grasas de origen cárnico (embutidos, pancetas, carnes grasas) y lácteo (natas, mantequillas, quesos grasos). Dos cuartas partes del total de la grasa deben ser de tipo monoinsaturado (ácido oleico) por lo que se recomienda utilizar el aceite de oliva como base culinaria. La cuarta parte restante debe corresponder a grasas poliinsaturadas que cubran las demandas de ácidos grasos esenciales, evitándose el predominio marcado de las grasas omega 6 frente a las omega 3. En este sentido se recomienda moderar el consumo de grasas vegetales procedentes de semillas, ricas en linoleico y potenciar el consumo de pescados azules y frutos secos como las nueces, ricos en linolénico, eicosapentanoico y docosahexanoico. La proporción entre omega 6 y 3 no debería ser superior a 3:1.

7. El consumo de colesterol debe ser moderado aunque no necesariamente bajo (inferior a 300 mg diarios como media), para ello no debe abusarse de alimentos como la mantequilla, los huevos, los embutidos o los cefalópodos (sepia, calamar, pulpo, etc.).

8. La dieta debe cubrir las necesidades de nutrientes con propiedades antioxidantes como la vitamina E (aceite de oliva virgen, frutos secos y pescados azules), la vitamina C (frutas cítricas, col, kiwi y fresas) y los betacarotenos (zanahorias, calabaza, tomates). Asimismo se aconseja la presencia de otros antioxidantes como los flavonoides (hortalizas y verduras frescas) y los taninos (chocolate y vino tinto).

9. Evitar el consumo de alcohol, pero en caso de no ser esto posible, procurar un consumo moderado preferentemente procedente de bebidas no destiladas como el vino tinto o de la cerveza.

10. El uso de la sal ha de ser moderado, especialmente si existe hipertensión.

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