Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

13.2.3.  Consumo de fibra dietética

 

La cantidad y el tipo de fibra adecuados en la dieta de las personas con EEII han sido cuestiones ampliamente debatidas. En general se recomienda una alimentación rica en fibras aunque esto plantea ciertos interrogantes como los que se citan a continuación.

Durante la fase aguda de la inflamación un exceso de fibras, especialmente las de tipo celulósico, puede resultar perjudicial si existe riesgo de obstrucción intestinal (algo relativamente frecuente en casos de Crohn). Por otro lado, la ingestión de fibras como la estaquiosa y la rafinosa (oligosacáridos resistentes presentes en las legumbres y otros vegetales) acrecientan la flatulencia y, en consecuencia, la distensión, algo poco deseable en el contexto de un intestino inflamado.

Por contra,  la ingesta de fibra va asociada a la formación de ácidos grasos de cadena corta (SCFA) generados tras su fermentación bacteriana. Algunos de estos, especialmente el butirato, parecen tener un papel modulador de la respuesta inflamatoria a nivel de la mucosa. Por otra parte, el butirato nutre a los colonocitos contribuyendo a la regeneración del epitelio dañado.

Algunos estudios (*) apuntan hacia una relación entre un determinado perfil de flora bacteriana y una mayor probabilidad de padecer EEII. En el caso de los individuos con enfermedad de crohn se ha observado un cierto predominio de proteobacterias respecto a individuos sanos. En esta línea se ha postulado la posible relevancia terapéutica derivada de un incremento de la masa bacteriana de tipo ácido-láctica, inducido entre otros factores, por un consumo regular de fibras altamente fermentables como los fructoligosacáridos y las pectinas (prebióticos), presentes de forma natural en frutas, verduras y hortalizas. Por otro lado, la administración directa de probióticos (cepas bacterianas de lactobacillus, bifidobacterium y otras, incluso con modificaciones genéticas encaminadas a potenciar su producción de mediadores antiinflamatorios de la mucosa) como parte del tratamiento de las EEII es objeto de un amplio estudio y de un apasionante debate científico.

* Dr. Doroteo Acero Fernández, Dr. Jesús Garcia Gil, Dr. Richard Day. Efecto terapéutico de los probióticos en la enfermedad de crohn activa y de su mecanismo de acción. Estudio piloto prospectivo, aleatorizado, a doble ciego comparando nutrición enteral más una composición simbiótica versus nutrición enteral más placebo durante cuatro semanas.

Actualmente la base farmacológica del tratamiento de las EEII se basa, en su fase aguda, en medicamentos antiinflamatorios de tipo corticoideo (como la cortisona y la prednisona) los cuales posteriormente son combinados en dosis decrecientes con inmunosupresores que inhiben la respuesta inflamatoria a medio y largo plazo manteniendo la enfermedad en fase de remisión como la azatioprina (Imurel ®). En casos de inflamación intensa y persistente se opta por supresores más potentes (de choque) como el infliximab (Remicade ®) que reducen de forma acusada la inflamación a costa de una potente inhibición inmunológica asociada a riesgos paralelos de infección que deben ser estrechamente controlados durante los ciclos del tratamiento.

VOLVER AL ÍNDICE

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57

Deja un comentario