13.4. Alimentación tras el alta hospitalaria
Cuando la inflamación y sus síntomas han remitido y tras comprobarse una buena tolerancia a la tercera fase de la dieta oral, los médicos plantean el alta hospitalaria. Este es el momento de orientar a la persona sobre cómo deberá ser su estilo de alimentación a más largo plazo. En este sentido se recomienda que durante los primeros días continúe con una dieta parecida a la de tercera fase para lo cual suelen facilitarse ejemplos de menús, así como listas de alimentos aconsejados y desaconsejados. Sobre esta base el paciente introducirá paulatinamente los alimentos inicialmente descartados: ensaladas, frutas crudas, legumbres, verduras flatulentas, condimentos y, finalmente, leche y derivados lácteos desnatados.
Tras un periodo de tiempo variable, que dependerá de la evolución de los síntomas, la alimentación podrá normalizarse con el recuerdo, presente en todo momento, de evitar un consumo excesivo de grasas y de alcohol. Por otro lado, se recomienda utilizar aceite de oliva virgen en lugar de aceites de semillas, así como ingerir una adecuada cantidad de fibra dietéica con el consumo regular de frutas, verduras, hortalizas y cereales.
Una de las recomendaciones dietéticas que está cobrando más fuerza en los últimos años es la de incrementar en lo posible el consumo de grasas omega 3, dada la modulación a la baja que estos ácidos grasos (linolénico, eicosaentanoico y docosahexanoico) realizan sobre la respuesta inflamatoria. De este modo se recomienda la ingesta regular de pescados azules y frutos secos como las nueces, lo que sumado a la reducción en el consumo de aceites de semillas, disminuya la relación de grasas omega 6/omega 3 de la dieta.
Asimismo se aconseja que la dieta asegure la presencia regular probióticos (bacterias presentes en los yogures) y prebióticos o fibras altamente fermentables (presentes en frutas, verduras, hortalizas y cereales), con el fin de favorecer el equilibrio de la flora bacteriana intestinal.