Módulo 4.2. Fisiopatología relacionada con el consumo de los lípidos.

16.6. Consecuencias del consumo de alcohol.

16.6.1. Cáncer

 

Son numerosos los estudios que asocian diversos patrones de consumo de alcohol con un mayor riesgo de padecer cáncer, especialmente de boca, de laringe, de esófago, de mama, de hígado y colono-rectal. En este sentido se han observado incrementos de un 7,5% de riesgo de padecer cáncer de colon y de mama asociados a ingestas de alcohol, hasta hace poco consideradas como moderadas, de 10 g diarios (equivalente a medio vaso de vino) y que dicho riesgo aumenta proporcionalmente cuanto mayor es la ingesta hasta alcanzar cifras muy significativas

  • Algo a tener en cuenta:

Como dato significativo, un 3,5 % de las muertes de mujeres debidas a cáncer en Estados Unidos durante el año 2009 se atribuyeron directamente al consumo de alcohol. 

16.6.2. Daños en el hígado

Los sistemas enzimáticos que trasforman el alcohol, tanto en el hígado como en los tejidos periféricos, son muy eficaces frente a pequeños incrementos de la alcoholemia. No obstante, cuando se asimilan cantidades importantes de alcohol, ya sea de forma reiterada o puntual, su ritmo de eliminación no es suficientemente rápido como para evitar su permanencia en sangre durante un tiempo considerable, produciéndose una clara situación de embriaguez con los peligros que ésta conlleva. Asimismo, se produce una notable acumulación de los metabolitos intermedios de la degradación del etanol como el acetaldehído y el acetato. Recordemos que el primero de ellos es tóxico y daña la integridad del hígado, siendo uno de los agentes causantes de patologías hepáticas tan graves como la cirrosis alcohólica.

  •  Algo a tener en cuenta:

Uno de los tratamientos “de choque” para casos graves de alcoholismo consiste en la administración de disulfiram (antabús), fármaco que bloquea la transformación del acetaldehído en acetato inhibiendo el enzima acetaldehído deshidrogenasa. De esta forma,  cada vez que se ingiere alcohol, éste se cumula en forma de acetaldehído, lo que produce una situación de gran malestar que disuade de beber a la persona. 

16.6.3. Hipertrigliceridemia

El exceso de acetato aumenta la producción  hepática de acetil-CoA, que es rápidamente convertido en ácidos grasos y éstos, a su vez, en  triglicéridos. Gran parte de esta grasa viaja a los tejidos periféricos a bordo de las VLDL, cuyos niveles plasmáticos pueden elevarse por encima de lo normal, dándose situaciones de hipertrigliceridemia. Cabe recordar que el exceso de triglicéridos favorece el desarrollo de ateroesclerosis, especialmente si va acompañado de niveles altos de LDL-colesterol.  Por otro lado, una intensa síntesis de triglicéridos puede favorecer la acumulación de grasa en el tejido hepático.

16.6.4. Pancreatitis

La pancreatitis es otra de las patologías relacionadas con el exceso de alcohol. Aunque, como en caso de la cirrosis, los mecanismos etiopatogénicos no están completamente dilucidados, parecen asociarse a la hipertrigliceridemia como factor que altera la circulación sanguínea a través del páncreas contribuyendo a su inflamación. Por otro lado, se ha observado que en determinadas circunstancias el alcohol dificulta la salida de los jugos biliares y pancreáticos a través de la papila de Váter, lo que propicia su reflujo hacia el interior del páncreas desencadenando la enfermedad.

16.6.5. Hiperuricemia

Es bastante usual que el consumo de alcohol agrave estados de hiperuricemia. Esto es debido al aumento de los niveles plastmáticos de lactato secundario al intenso catabolismo del etanol. El lactato compite con el ácido úrico por su eliminación, lo que favorece su retención y acumulación en sangre.

16.6.6. Adicción

Desde tiempo inmemorial se conoce que un consumo exagerado y mantenido de alcohol produce una evidente adicción física y psicológica que va paralela a una progresiva ruina personal. En este sentido, el alcohol es considerado como una droga potencial.

16.6.7. Desnutrición

No es raro encontrar casos de alcoholismo crónico asociados a estados de desnutrición general. En tales circunstancias el  alcohólico sustituye a una buena parte de las calorías procedentes de los alimentos por las “calorías vacías” del alcohol que, como ya se ha comentado, no contribuyen al mantenimiento del peso corporal en la misma medida que las aportadas  por los principios inmediatos.

16.6.8. Obesidad

Si a una alimentación sobreabundante se le une un excesivo consumo de alcohol, éste representa un aporte extra de calorías que contribuirá al desarrollo de obesidad (hay que tener en cuenta la facilidad con que el alcohol es transformado en grasa). Sin embargo, el frecuente abuso de bebidas alcohólicas que se da en un contexto de obesidad, no siempre coincide con situaciones extremas de alcoholismo, ya que, tal y como se ha comentado en el punto anterior, éstas son difícilmente compatibles con una dieta copiosa y derivan, más bien, en estados de desnutrición.

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