Módulo 6.1. Idea de «Vitamina» y Vitaminas Liposolubles

5.6. Deficiencia de vitamina D

 

Es habitual en zonas devastadas por el hambre dada la escasez alimentaria general y en concreto de alimentos ricos en colecalciferol (pescados grasos, huevos, leche, etc.).

El principal efecto de la carencia de vitamina D es la disminución de la calcemia debida a la escasa absorción de calcio y al aumento de sus pérdidas urinarias. Esto crea una baja disponibilidad de calcio (ni siquiera compensada con ingestas adecuadas) que dificulta la renovación del entramado óseo (fundamentado en cristales de calcio); por otro lado, la escasez de vitamina D supone una traba para tal renovación, al verse comprometido el trasiego de calcio entre el hueso y el plasma sanguíneo. Si el déficit vitamínico es prolongado, el esqueleto se debilita convirtiéndose paulatinamente en un material laxo con tendencia a deformarse, lo que conduce a un estado patológico denominado osteomalacia en el adulto y  raquitismo en el niño. El raquitismo supone un  grave retraso del crecimiento y del desarrollo esquelético.

También pueden darse casos de osteomalacia y de raquitismo secundarios a situaciones de malabsorción crónica de grasas y, en consecuencia, de vitamina D.  Asimismo, ambas patologías son propiciadas por estados de insuficiencia renal grave, en el caso de que éstos afecten a la capacidad de activación del colecalciferol por parte de la parathormona, y también por enfermedades endocrinas como el hipoparatiroidismo.

El déficit crónico de vitamina D también parece estar relacionado con una mayor incidencia de otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión, patologías autoinmunes, cardiovasculares  y el propio cáncer.

  • Algo a tener en cuenta:

Ni la osteomalacia ni el raquitismo mejoran con la administración de suplementos dietéticos de calcio si éstos no van acompañados de las cantidades adecuadas de vitamina D.

  •  Algo a tener en cuenta. Diferencia entre osteoporosis y osteomalacia:

La  primera es debida a la carencia de calcio y la segunda a la de vitamina D.  En el caso de la osteoporosis, el escaso aporte de calcio propicia una disminución de la calcemia compensada por la acción de la vitamina D y de la parathormona que movilizan el calcio óseo hacia el plasma, lo que provoca una progresiva descalcificación del hueso que acaba tornándose frágil. La osteomalacia, en cambio, es una malformación esquelética consecuencia de la deficiente renovación del tejido óseo debida a la escasa disponibilidad de calcio y a su precaria fijación al hueso.

*  Nota. La osteoporosis vuelve a tratarse en el capítulo 7, en el apartado dedicado al calcio

  •  Algo a tener en cuenta. La osteodistrofia renal

Los personas que carecen de la suficiente función renal, como las que sufren insuficiencia renal crónica avanzada y los dializados, carecen de la capacidad de producir la forma más activa del la vitamina D (el calcitriol). Esto da lugar a una depresión de la capacidad metabólica de la vitamina D dando como resultados una menor capacidad para le eliminación de fósforo y un aumento exagerado de la producción de hormona parathormona (hiperparatiroidismo secundario) como compensación ante la disminución de la tasa de absorción de calcio y del aumento de sus pérdidas renales. El aumento de la fosfatemia unido al exceso de parathormona induce, entre otros efectos, a una mayor resorción ósea de calcio y magnesio con el fin de mantener sus niveles en sangre,  lo que debilita y daña progresivamente la estructura del hueso hasta llegar a una situación patológica conocida como osteodistrofia renal. Para evitarla es necesario el tratamiento basado en la administración directa de dosis controladas de calcitriol.

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