9.5. La alimentación cardiosaludable
Los anteriores conocimientos y evidencias demuestran la relación entre la alimentación y la prevención de las EV y respaldan una serie de consejos dietéticos resumidos en unas “normas de alimentación cardiosaludable”. Éstas van encaminadas a la adopción de hábitos de ingesta calórica y nutricional ajustados a las necesidades individuales, haciendo un especial hincapié en aquellos aspectos dietéticos que contribuyen a prevenir la ateroesclerosis como principal factor de riesgo cardiovascular. A la hora de concretar qué tipo de alimentos y en qué cantidad se han de consumir para alcanzar tales objetivos, existe la fácil tentación de realizar una separación entre alimentos “buenos” y “malos”, algo perverso desde el punto de vista dietético que produce paradojas como las siguientes:
- Paradoja 1. Se ha insistido en el mensaje de que el aceite de oliva y los frutos secos previenen la ateroesclerosis pero si, animados por esta idea, los consumimos de forma indiscriminada propiciarán un exceso energético y con él una clara tendencia al sobrepeso. Entonces, siendo la obesidad un claro un factor de riesgo vascular, ¿no podrá decirse que el aceite de oliva y los frutos secos son alimentos desaconsejables?
- Paradoja 2. Un mensaje muy extendido es el que hace referencia a las “salutíferas” propiedades de pescados azules por su aporte de grasas omega 3, no obstante, si nos atenemos a su elevado contenido en colesterol, podrían situarse en el grupo de los alimentos desaconsejados, de hecho esto es lo que ocurría hace unas décadas.
En consecuencia, para no caer en contradicciones cuando se aconseja el mayor o menor consumo de determinados alimentos, éstos han de ser considerados dentro del contexto de una dieta equilibrada y personalizada.